La tormenta perfecta y la supervivencia de la restauración
El tiempo pasa rápido cuando todo va bien, y muy lento cuando todo va mal. Está máxima es la que estamos viviendo en la restauración desde hace meses. El verano ya dijimos que sería un espejismo, porque muchas personas todavía no se habían dado cuenta que esto es una cuestión sanitaria, no económica. Y este espejismo ha derivado en un huracán de grandes dimensiones que está cayendo sobre el sector y que arrasa con todo.
Dicho lo anterior, ¿A qué debemos enfrentarnos?:
Por un lado, a una administración pública con políticos de carrera, sin ninguna experiencia empresarial que intentan gestionar una pandemia sin un euro en la caja. De ahí que no solo nos sigan cobrando los autónomos e impuestos, sino que incluso los hayan subido. En este momento más que nunca el liderazgo político es necesario, y ni un político de este país es capaz de liderar este cambio.
Por otro lado, a un campo de juego que está siendo marcado por:
- Los indicadores sanitarios. El famoso factor R, o tasa de reproducción del virus. Es el número objetivo que está marcando los tiempos de actuación. Una sanidad colapsada generaría una hecatombe social.
- Una operativa acotada al Take Away o Delivery. Por si solo, este modelo no permite que un negocio de restauración pueda subsistir. Ya que realmente los que se benefician de este modelo son los que dominan el canal: Glovo, Uber eats, etc
- La dificultad de reducir los costes fijos de la hostelería. Entendiendo como costes fijos los alquileres de los locales (que en muchos casos siguen cobrándose), y los impuestos correspondientes estatales y locales que las administraciones no han eliminado sencillamente por que son empresas que están gestionadas de forma nefasta y necesitan nuestro dinero como el oxígeno que respiramos.
- La falta de caja de muchos negocios de hostelería, fruto de un modelo de gestión empresarial que vive al día y con escaso conocimientos de gestión, y en los que el más mínimo contratiempo acaba derivando en quiebra.
- La insolidaridad de muchos ciudadanos que consideran que su libertad individual está por encima de todo, y que esto no va conmigo. No se trata de libertad individual, yo formo parte de una sociedad que intento mejorar, y no por ello he dejado de lado mi libertad.
Como resultado de lo anterior estamos sufriendo en la restauración una tormenta perfecta, que sigue y seguirá, porque nuestro tiempo mental como individuos no se mueve en la misma dimensionalidad que el tiempo de la naturaleza, que es relativo. La naturaleza tiene sus tiempos y todo está conectado.
¿Qué soluciones deberíamos plantearnos?
Nadie puede enfrentarse a las fuerzas de la naturaleza, por lo tanto, ahora mismo solo nos queda ponernos a cubierto y aguantar. El problema es que muchos negocios de restauración no tienen tejado. Dicho lo anterior propongo lo siguiente:
- Exigir a nuestros gobernantes la eliminación de los impuestos de forma temporal. Y que gestionen adecuadamente los recursos de que disponen. Tomemos ejemplo de Nueza Zelanda, donde la primera ministra ha decretado una reducción de los salarios de los funcionarios y cargos públicos del país.
- Una coordinación seria y eficiente entre todos los actores implicados del país: públicos y privados.
- Exigirnos a la ciudadanía un comportamiento adecuado. Esto es cosa de todos, no solamente de algunos. Pongamos fin a la tan manida picaresca española, en la que el que esquiva sus obligaciones es admirado por muchos, y el que cumple es el tonto. Y en parte como restaurantes necesitamos “formar” a nuestros clientes.
- Incrementar los tiempos de paso de los transportes públicos para reducir la aglomeración de personas.
- Exigir a las entidades europeas, que recuerdo que pagamos entre todos, a que faciliten las ayudas a fondo perdido al sector, en coordinación con gobiernos autónomicos y nacionales. Con todo tipo de garantías y condiciones para evitar que vayan donde no tienen que ir. Somos el destino de ocio de Europa, cosa que también deberíamos repensar en un futuro.
- Formación y mayor profesionalidad de los negocios. Hasta hace pocos años, en este país el que no sabía que hacer se dedicaba a la restauración. Todo esto ha ido cambiando por el bien del sector. Pero seguimos arrastrando una absoluta falta de profesionalización porque seguimos pensando “a mi que me van a enseñar…”
- Reabrir los negocios con unas mínimas condiciones: cediendo las calles temporalmente como terrazas para poder mantener bajo el riesgo de contagio. Y aquel que no cumpla que sea cerrado. Y reduciendo el tráfico rodado en dichas calles.
- Mantener el contacto con nuestros empleados en erte y clientes. Mas tarde o mas pronto necesitaremos de los dos, mantengamos los canales de comunicación abiertos para demostrar que estamos vivos.
- Aguantar como sea. Los restaurantes que aguanten esta situación saldrán beneficiados. Todo esto pasará y los negocios que sobrevivan crecerán a dos dígitos en el nuevo ciclo económico. Pero para aguantar quizás tengamos que parar ahora.
Tal como dice Phil Crosby, uno de los gurús de la calidad, “Las cosas buenas suceden solamente si se planean, las cosas malas suceden solas”.
En este momento solo podemos planear y esperar, se que no es fácil pero el estoicismo empresarial nos puede ayudar.
Animo a todos y mi más sincero apoyo
Lluis Codó
Director HORECA SOLUTIONS